jueves, 22 de octubre de 2009

HISTORIA Y ARQUITECTURA DEL EXCOVENTO DE SAN FRANCISCO EN TEPEJI DEL RIO (Parte II)

Como indicamos en artículo anterior el atrio de la iglesia de San Francisco en Tepeji es un raro ejemplar dentro de los atrios que conservamos en México, debido al adorno que lleva de bellas orejeras en sus merlones. La palabra atrio procede del latín, atrium, que era el primer patio que tenían las grandes casas romanas y que servían como espacio público donde recibían a los visitantes. Los atrios no formaron parte de la antigua arquitectura española. Fue idea de los evangelizadores en América hacer unos enormes espacios con una gran cantidad de funciones: como panteón, como lugar de evangelización, y espacio en donde el indígena asistiera a los oficios religiosos. Podemos indicar que el atrio, con las finalidades indicadas anteriormente, fue una aportación de México y de Latinoamérica a la arquitectura mundial. No debemos olvidar que las mezquitas o casas de oración árabes tienen a su entrada un patio, con una fuente, gran culto del árabe al agua, donde aquellos que van a entrar en la mezquita se lavan ritualmente y son llamados patios de la abluciones. No cabe duda que de aquí tomaron la idea los evangelizadores.
Como el atrio era lugar de evangelización y, por ello, lugar de procesiones, los frailes construyeron en cada esquina del atrio unas capillas, llamadas posas, en donde, como su palabra lo indica servían para posar las imágenes o el Santísimo Sacramento en las procesiones. Por esta razón podemos ver en el atrio de Tepeji dos capillas posas, pero están construidas muy recientemente. Basados en una foto de inicios del siglo pasado, el INAH o quizás otras personas con el debido permiso volvieron a construir estas capillas sin que correspondan para nada a las originales. En un rincón del atrio, en su pared sur, cerca de una puerta, que actualmente da a una pequeña dependencia eclesiástica, podemos observar una columna y un pequeño adorno sobre ella, es lo único, que afortunadamente, conservamos de las capillas posas originales. No tenía caso que se hubiesen construidos las dos actuales capillas posas, pues no eran las originales del atrio y, además, están absolutamente carentes de belleza. Párrocos, modas y destrucción del siglos, nos impiden ver la grandeza de lo que pudieron haber sido estas capillas posas originales, las cuales, obviamente, concordaban en estilo, con la capilla abierta que aún conserva el atrio de Tepeji. Todo atrio era dignificado con una cruz en el centro, la que actualmente vemos en Tepeji es de reciente tallado. La original quien sabe…
Los conventos almenados, tanto en las bardas del atrio como en los techos de iglesias reciben el nombre de conventos-fortalezas. Las almenas y merlones que existían sobre las paredes de la iglesia desaparecieron en Tepeji, posiblemente en el siglo XVIII. Los conventos-fortalezas se asemejan mucho a los castillos europeos. Los frailes quisieron plasmar en sus edificios una semejanza a los castillos, no como fortalezas defensivas, pues para cuando se construyen estos conventos, ya estaba explorado casi todo México, y se conocía perfectamente que los indígenas no iban a organizarse con intenciones de atacar a una determinada población. No tenemos reportes de ataques de grupos indígenas en el centro de México durante estos siglos. Los grupos belicosos estaban en la segunda mitad del siglo XVI en el norte y jamás fueron de un peligro extremo para la colonización española. Al construir iglesias y conventos similares a castillos, las órdenes religiosas quisieron expresar que estos edificios eran impresionantes fortalezas espirituales y símbolo de un poder eminentemente religioso. Impresionante el convento-fortaleza de Tula, donde merlones, almenas y garitones forman un concierto armónico de belleza singular. Lo cual no quiere decir que en algunas ocasiones y lugares los atrios y conventos no hayan sido lugares de defensa militar. Caso concreto lo tenemos en Tepeji, pues en el año 1812, un grupo de insurgentes se defendieron durante tres días de los ataques del general realista Hevia. Otro atrio donde se celebró una batalla fue el de Jalatlaco, estado de México, donde los conservadores, durante la Guerra de Reforma (1857-1860) se refugiaron, siendo vencidos por Porfirio Díaz, quien por esta acción fue nombrado coronel.
La capilla abierta es un hermoso ejemplar, no sólo por la belleza de sus columnas y arcos, sino por la miniatura de su tamaño. Delicadeza, arte, humildad franciscana y exquisitez encontramos en esa joya que afortunadamente conservamos. La capilla abierta era el espacio en donde el sacerdote celebraba misa para los indígenas, quienes no estaban acostumbrados a realizar actos de religión bajo techo. Según la mística prehispánica los únicos que entraban en el espacio techado de los templos prehispánicos eran los sacerdotes. La capilla abierta de Tepeji, tiene sus columnas y arco tallados con las filigranas y elegancia que vemos en los trabajos de plata, por esa razón este estilo recibe el nombre de Plateresco.
La iglesia de Tepeji conserva las dos portadas originales, una entrada normal de la iglesia, que da al poniente, y otra en dirección al norte. Ambas son de un estilo sobrio, no por ello, carente de belleza. La puerta que da al norte, nunca la he visto abierta, es la llamada puerta de Porciúncula, que durante la estancia de los franciscanos en este convento sólo se abría el día 2 de agosto, con motivo de la fiesta de la patrona de esta orden religiosa, la Virgen de los Ángeles, y quien pasada por ella en ese día, tras confesar y comulgar, tenía indulgencia plenaria de sus pecados. Esta facultad fue dada por el papa Inocencio III a san Francisco de Asís y a su orden religiosa.
Aún nos queda mucho sobre el exconvento de Tepeji. Continuaremos con sus puertas, su iglesia, su claustro y su capilla de la Tercera Orden, donde como ya mencioné, se velaron los restos de Melchor Ocampo.
Francisco González Con

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